LEYES Y JUSTICIA - BISHOP K. C. PILLAI
- otraleccion
- 9 dic 2014
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"LEYES Y JUSTICIA" ES UN COMPARTIR DE BISHOP K. C. PILLAI, ESPERO QUE LO DISFRUTEN MUCHÍSIMO: En algunos países orientales, existen tres vías a través de las cuales se puede procurar justicia. La justicia es impartida por los jueces, por los ancianos de la puerta, o por el denominado árbitro (“Daysman”: hombre sabio, iluminado, consultor, mediador, consejero, profesor). Una vez que los divorcios son muy escasos y hay muy poca delincuencia, los jueces, que son elegidos por el gobierno, son ubicados en diversas localidades esparcidas a través de todo el territorio. Estos jueces tratan con las causas mayores. Este es el tipo de “juez” al que se refiere Mateo 5:25: Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino; no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. Aquí se está refiriendo al hecho de que, una vez que los tribunales se encuentran bastante alejados, las personas tienen normalmente que hacer bastantes kilómetros para llegar hasta él. Suponte que entre tú y yo exista un desacuerdo acerca de los límites de un terreno. Si no ajustamos las cuentas en la ciudad donde vivimos, entonces tenemos que dirigirnos hasta el tribunal, el cual se encuentra, digamos, a unos 450 Km de distancia. Cuando llega la citación del tribunal, tenemos que viajar todos juntos; tú y yo, nuestros testigos, y nuestros abogados. Ponemos todas nuestras pertenencias en el mismo carro de bueyes y partimos. Pero mientras vamos de camino, tal vez al segundo día, los testigos se ponen a conversar entre ellos diciendo: “Es una desgracia para la gente piadosa tener que ir en litigio al tribunal, que siempre resulta en contienda y castigo. Si pudiésemos acabar con este asunto entre tanto que vamos de camino, no sería ni tan caro ni habría tanto desperdicio de tiempo, y sería mucho más agradable para Dios.” Así que van andando diciéndose estas cosas, y llegan a un mutuo compromiso. Ellos nos declaran a ti y a mí esta propuesta a la que han llegado de mutuo acuerdo, y, si podemos concordar con ellos, entonces todos regresamos a casa más temprano (excepto los abogados, que seguirán su camino para comunicarle al juez que se ha llegado a un acuerdo fuera de los tribunales). Esto es por lo que Jesús dice: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino.” Entre la gente religiosa en oriente, las personas piensan que es una vergüenza ir en litigio al tribunal. Ellos prefieren resolver los casos fuera del tribunal y ahorrarse así su dinero. Pablo dice en su primera carta a los Corintios (6:1-5): ¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida? Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia? Para avergonzaros lo digo, ¿pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos? La justicia acostumbra ser tradicionalmente bastante dura en el Oriente. El castigo por robar era cortarle una de sus manos al ladrón. Si alguna vez ves a un hombre andando por la calle sin una mano en el oriente, tú sabes con alguna seguridad que ha sido culpable de robar. En América, tú no puedes saber quien es un ladrón y quién no – todas las personas lucen iguales. Aquí, el castigo por robar es una cama caliente, buena comida y una vida tranquila sin trabajar durante un periodo de tiempo. A mí me parece que lo que hace este método es incentivar a robar. No sé, lo que sí puedo decirte es que se dan muy pocos robos en la India, ¡porque nadie quiere que le corten una mano! El versículo aquel que dice, “Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti” (Mateo 5:30) indica, estoy convencido, un grado de determinación y no una instrucción literal. “Me dejaría cortar una mano antes que robar”, es una expresión muy común en muchos sitios. Yo ya he escuchado también aquí algunos americanos decir: “Pondría mi mano sobre el fuego si, tal y tal cosa”, ¡pero nunca vi a ninguno haciéndolo! Por tanto, yo creo que el intento de este versículo, de la misma manera que aquella otra frase, “si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo”, es para expresar un alto grado de determinación. Ya hemos hablado de los jueces elegidos por el gobierno. Junto con estos, existen además aquellos que son elegidos oficialmente en cada ciudad, llamados los ancianos de la puerta, algunas veces denominados los maestros de la asamblea. El nombre proviene de la palabra Sanscrita “panchayat”, que significa elegido. Estos son los “gobernadores del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo”, así descritos en India muchos siglos antes de que Abraham Lincoln hiciese que esta frase fuese repetida palabra por palabra en los labios de los niños en las escuelas americanas. Estos ancianos se sientan para juzgar ofensas menores. En Eclesiastés 12:11 hay una frase refiriéndose a este tipo de justicia: Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor. Las “palabras de los sabios” siempre se refieren a la Palabra de Dios; los orientales siempre dicen que solamente existe Uno que tiene toda la sabiduría. Los “aguijones” son los terminales en punta que tienen la vara con la cual el labrador conduce y corrige a los bueyes. Si están haciendo el surco en la tierra derecho no les tocan con él, pero si se desvían, lo tuercen y son picados con el aguijón. Los “clavos hincados de los maestros de la congregación” debían ser “bordones”. Los clavos tienen que ver más con los “aguijones” en la traducción; los objetos que son llevados por los maestros de las congregaciones o asambleas son lanzas o bordones. ¿Te das cuenta? Cuando el sitio donde se sientan estos ancianos para juzgar es construido, la zona es rodeada por una fila de lanzas que es tradicionalmente un símbolo de justicia. Estas lanzas o bordones son traídas al lugar de los juicios por pastores de los campos circundantes; ningún pastor debe traer consigo más que uno o dos de estos bordones, para que todos ellos puedan estar allí presentes en el local de la justicia. Este versículo está diciendo, que la palabra de Dios actúa como corrector para nosotros y Su derecho y justicia se nos hacen disponibles a través de un Pastor; Cristo es el buen Pastor a través de quien nos ha sido ofrecida la justicia de Dios. Cuando la contienda se trae delante de los ancianos de la puerta, el nombre del ofensor se pone en la parte superior de una notificación junto con la multa en débito por su delincuencia, y se coloca en la puerta de la ciudad para que todos al pasar puedan leerla. Cuando la deuda sea saldada, o el error de alguna manera haya sido corregido, la nota es doblada para que ya no sea más visible a los ojos del público. Esto explica de una vez por todas, aquella misteriosa frase en Isaías 40:2: “Que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.” No una doble en cantidad o medida, como muchos han pensado, sino doblados por la mitad; escondidos; olvidados, como en la notificación en la puerta de la ciudad cuando se dobló la sentencia y se retiró de la puerta. La tercera clase de persona que administra justicia es el iluminado, o el hombre de luz (Daysman). Podemos ver una referencia suya mencionada en Job 9:32-33: Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio. Ni hay entre nosotros árbitro que ponga su mano entre nosotros dos. Job se está refiriendo a Dios, en el versículo 32, cuando dice que “El no es hombre como yo.” Nosotros sabemos que Dios es Espíritu (Juan 4:24); Job está aquí reafirmando que, una vez que Dios es Espíritu y que él (Job) es hombre, ellos no pueden presentarse juntos delante de un juez para que se juzgue el caso. Job está aquí respondiendo a sus “miserables consoladores”, los amigos que se le acercaron para compadecerse con él con respecto a la pérdida de todo lo que poseía: hijos, ganado; había perdido todo menos a su mujer. La Escritura nos dice que estos amigos suyos no pronunciaron ni una sola palabra durante siete días y siete noches. ¿Te puedes imaginar algo así? Yo he observado que los americanos en la iglesia no pueden estar callados ni tan siquiera por un corto espacio de tiempo antes de que el servicio de adoración comience; ¿Qué es lo que harían entonces en el espacio de siete días? Sin embargo los orientales han sido entrenados en el arte de guardar silencio y de la meditación, y no es algo que nos sorprenda que estos amigos de Job fuesen capaces de hacer algo así. Job era un hombre maravilloso. El tenía una mujer muy gruñona e inconforme que le incitaba a “maldecir a Dios y que se muriera”. Sin embargo ¿qué fue lo que Job le respondió? “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea bendito el nombre de Jehová.” Así que aquí tenemos, en el versículo 32, a Job diciendo que Dios no es hombre, Él es mi Dios, así que yo no puedo contender con Él como si Él fuese un hombre. Él es muy superior a mí, así que sería impensable que fuésemos a un tribunal de justicia para pedir lo que quiera que sea. El iluminado (Daysman) no es alguien que sea elegido o señalado, como era el caso de los dos jueces que ya hemos visto anteriormente, sino que sobresale como un hombre sabio, bien versado en las escrituras, que actúa para reconciliar a quien hace algo errado con la persona que haya sido ofendida con sus errores. A este hombre sabio se le denomina “Mahatma”, que significa “alma grande”. Tú ya habrás oído hablar de Mahatma Gandhi, que llegó a ser muy conocido por sus actividades políticas. Pero hay muchos Mahatmas en la India de quien tú no has oído nunca hablar, que actúan como árbitros o medidores en estos casos. Como ejemplo de lo que hacen estos hombres sabios, tomemos el caso de dos jóvenes, Kandam y Chandam. Kandam le debe a Chandam una cierta cantidad de dinero y rehúsa pagársela. Finalmente Chandam llega a enfurecerse con Kandam y le da un puñetazo en su nariz. Entonces los padres de los dos muchachos se involucran en el asunto y les dicen: “Vosotros dos no podéis seguir haciendo esto. Tenéis que hacer algo al respecto. ¡Vayamos al hombre sabio para poner fin a la situación!” Y entonces se dirigen a la casa del iluminado. Este hombre sabio normalmente es un hombre bastante rico, con una casa lo suficientemente amplia como para recibir este tipo de convidados: los dos muchachos, sus padres y otros familiares que puedan estar envueltos en el conflicto. Ellos llegan a la casa y el iluminado les dice: “Pasad, pasad.” Entonces ellos entran y les pregunta, “¿Os apetecería algo para beber?” Y entonces pide que a los convidados les sea servido algo de leche de coco. Él nunca pregunta cosas como quienes son, o si pertenecen a la misma religión que la suya, o si van a la misma iglesia que él frecuenta. Tampoco les pregunta: “¿Puedo hacer algo por vosotros?” Ni tampoco antes en la puerta se pone a mirar por alguna pequeña ventanilla para ver quien está llamando a su puerta, como se hace normalmente en Inglaterra. “!Pasad, pasad!” es lo que él les dice a todos, sea quien sea que llame a su puerta. Así que todos beben algo y después se sientan, y el iluminado se queda esperando hasta que ellos le digan el motivo de la visita. Los parientes entonces le explican que a ellos les gustaría mucho ver resuelto aquel conflicto sin que haya más amargura ni disputas posteriores, y todo lo demás. El hombre sabio entonces se sienta en frente de una mesa y deposita sobre ella varios libros de escritura delante de ellos: El libro de los Vedas, el BhagavadGita, el Talmud, la Biblia, el Upnishads, etc. Después sienta a Chandam, el que dio el puñetazo, a su mano derecha y a Kandam a su izquierda. Y les dice: “¿De qué religión sois vosotros dos? ¿Los dos hindús? Muy bien, de acuerdo” Entonces toma el Libro Santo apropiado y, abriéndolo en el sitio, le dice a Chandam: “Oye, mira, tu le diste un puñetazo en su nariz - ¿no sabías que él es tu hermano?” “Sí, señor” “¿Y sabes tú, que si Dios te hubiese a ti dado un puñetazo en tu nariz por cada cosa que hubieses hecho errada desde que eras pequeño, ya no tendrías de ningún modo pedazo alguno de tu nariz, eh, lo sabes? Chandam le dice: “No, señor.” El hombre sabio (“Daysman”) prosigue, “Mira, Chandam, tú estás viendo lo que dice la escritura, “Si tu hermano precisa de alguna cosa, ofrécesela”. No dice préstasela; dásela. Para comenzar, no deberías haberle prestado a Kandam ese dinero. Deberías habérselo ofrecido. Y además, encima, le has dado un puñetazo en su nariz. Ahora bien, ¿No estás arrepentido de lo que has hecho? Así es como este hombre sabio (“Daysman”) actúa y habla, mostrándole a Chandam la escritura, convenciéndole, probándole que está equivocado. Él se toma el tiempo que sea preciso, dos o tres, o más horas si es necesario, para demostrarle que está errado lo que hizo. Él le dirá, “Cundo le prestaste el dinero, tú se lo entregaste. Si él no puede pagártelo, tú no deberías habérselo pedido. En ese momento quebraste otra ley, pidiéndole de vuelta el dinero. Y entonces lo que reclamaste para ti, no era tú dinero, sino el dinero de Dios – le pertenece a Dios. La escritura enseña que lo que tú posees no es tuyo. Si Dios no te ha dado a ti el poder para adquirirlo, ¿cómo es que has obtenido tu dinero? Dios te ha dado el privilegio de obtenerlo, para que tú se lo puedas prestar a un hermano que lo necesite. “Tú tuviste el privilegio de recibir ese dinero, mientras que tu hermano no pudo obtenerlo,” le dice el árbitro (“Daysman”) a Chandam. Así se mantiene razonando hasta que el muchacho se da cuenta de que estaba equivocado y comienza a sollozar diciéndole al árbitro, “Señor, lo siento mucho, ahora veo que estaba equivocado desde el principio hasta el final. Estoy verdaderamente arrepentido. No me daba cuenta. Nadie me lo había explicado de esa manera. Lo siento mucho, y haré todo lo que me has dicho. Me siento culpable y avergonzado desde la cabeza hasta los pies. ¿Qué es lo que puedo hacer para arreglar toda esta situación?” Ahora Chandam está casi llorando, así que el iluminado le deja en paz durante un rato y se vuelve para Kandam. “Mira, Kandam,” le dice, “¿No sabes que la escritura dice, ´No provoques a ira a tu hermano´? Tú eres el causante de todo este enfado, ¿lo sabías? le pediste prestado dinero y nunca se lo devolviste, aunque fuese pagándole 10 centavos por día. Pero no tenías intención alguna de devolvérselo. Te acercaste a él cuando precisabas y él te ayudó. Deberías estarle agradecido, pero en vez de eso hiciste que se enfadara. Si no le hubieses enfurecido, él no te habría pegado un puñetazo. Suponte que él hubiese muerto, de todas formas tú tendrías que pagarle cada centavo de ese dinero a Dios. “No os engañéis, Dios no puede ser burlado: porque aquello que el hombre sembrare, eso segará.” ¿Qué es lo que tienes que decir de todo esto?” “Lo siento mucho, señor; lo siento muchísimo,” dice Kandam. Y él también está ahora a punto de comenzar a llorar. ¿Te das cuenta de lo que el iluminado (“Daysman”) está haciendo?: está haciendo que las dos partes vean sus errores. En un tribunal, solo es posible dar como culpable a una de las partes. Cualquier necio puede castigar a una persona que comete un error, pero se precisa un hombre sabio para amar a la persona que esta errada. Jesús nos amó, cuando nosotros lo único que merecíamos era el infierno. ¡Pero porque él nos amó, tuvo a bien morir por nosotros! ¿Podemos nosotros manifestar tal amor por nuestro próximo? Esta es la filosofía de este sabio hombre. El hombre sabio puede ahora poner sus manos en cada uno de ellos y enseñarles a perdonarse el uno al otro. Chandam debe postrarse a los pies de Kandam y besarle sus pies para que le perdone; Kandam por su lado debe besarle sus pies a Chandam pidiéndole que le perdone. (Este es el gesto que se emplea tradicionalmente en el oriente pidiendo perdón; ¿recuerdas a la mujer en Lucas 7:38 que lavó los pies de Jesús con sus lágrimas y le besó? Y Jesús le dijo, en el versículo 48: “Tus pecados te son perdonados.” Besar los pies es una expresión oriental no solo para confesar la culpa, sino también el deseo de ser reconciliado.) El iluminado entonces pide que sea servido algo de comer, algún tipo de alimento tal como aceitunas, que haya sido preparadas con sal; los dos muchachos con sus manos comen del mismo plato juntos y declaran: “En el nombre de la sal, yo prometo que nunca, nunca más me acordaré de la amargura y del odio que sentía en mi corazón con todo este asunto, así Dios me ayude.” Ahora que todo ha sido ya olvidado, el juez sabio toma a Kandam a parte y le pregunta, “Dime una cosa, Kandam, tú sabes bien que todavía le debes ese dinero a Chandam. ¿Cuándo crees que puedes pagárselo?” Kandam le dice, “Bueno, señor, ahora estoy sin trabajo. Posteriormente, en cuanto consiga un trabajo, se lo pagaré.” El entonces introduce su mano en el bolsillo y le entrega a Kandam el dinero. “Aquí tienes, “págale a Chandam su dinero con esto. Pero no tienes que devolvérmelo, porque yo te lo ofrezco. Ahora ya no le debes nada a Chandam, ni a mí, ni a nadie. Ve en paz.” Y los dos muchachos y sus familias pueden irse ahora tranquilos, regocijándose de que la paz y la armonía haya sido restablecida entre ellos. Ciertamente, este procedimiento requiere de mucho más tiempo y sabiduría. Los ancianos de la puerta nunca se pasarían tanto tiempo en un caso como este. Ellos dirían, “¿Te ha dado un puñetazo? ¿Tienes contigo dos testigos? ¡Muy bien! ¡Diez dólares de multa y diez días en la prisión!” Esto, pues, es lo que este tipo de juez (“Daysman”) haría sin embargo. Algunos de vosotros tal vez tenga una traducción de la Biblia donde la palabra para este juez se traduce como “árbitro” (como en el caso de la versión Reina -Valera), pero no deja de ser una pobre e inadecuada descripción para el Mahatma, el alma grande, que es el árbitro, mediador, consejero, profesor (“Daysman”). En el tiempo de Job, no había un “alma grande”, un hombre sabio, un árbitro (Daysman) entre los hombres y Dios. Pero Dios fue generoso y misericordioso para enviar uno en la persona de Jesucristo, que era tanto hombre como el Hijo unigénito de Dios, Cristo es la luz de la primavera, la luz de las estrellas, el hombre iluminado (“Daysman”) para todos nosotros, para que todos nosotros pudiésemos ser reconciliados con Dios. BISHOP K. C. PILLAI QUE TENGAN UN GRAN DÍA, QUE DIOS LOS SUPER BENDIGA A TODOS Y NUNCA SE OLVIDEN DE H.E.L.
OTRA LECCION PARA LA VIDA DE ALIENTO Y LA VIDA ESPIRITUAL
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