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UN CASO DE PRUEBA

"UN CASO DE PRUEBA" UN COMPARTIR DE GEORGE M. LAMSA DISFRÚTENLO:

SOBRE LA VOLUNTAD DE DIOS - Reflexión de un Lector Bíblico

Un día, mientras Jesús estaba descansando en casa de uno de sus amigos, un grupo de reformadores profesionales se acercaron a él y le trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. De acuerdo a la manera de hablar aramea, eso significa que la mujer fue hallada encinta. Una mujer puede cometer adulterio, y, sin embargo, hasta que no se vea que está esperando un niño, no puede ser formalmente acusada. En el Oriente, cometer adulterio es algo inusual y que muy rara vez sucede. Los acusadores de esta mujer no estaban muy preocupados con su conducta. Lo que querían realmente era poner a prueba la actitud de Jesús con respecto a la moralidad. Ellos habían estado murmurando muchas cosas acerca de Jesús, y con frecuencia le habían acusado de ser amigo de los pecadores, asociándolo también con mujeres de mala reputación, y diciendo que era un profeta que no tenía ningún respeto por la ley y la decencia.

Si esta mujer hubiese sido sorprendida en adulterio en ese mismo día, el hombre que había pecado con ella también debería venir con ellos al lugar de la acusación. De acuerdo con la Ley mosáica, el hombre comparte la responsabilidad con la mujer, y ambos debían ser apedreados. "Rabí, ¿qué haremos con esta mujer?" le preguntaron a Jesús. "De acuerdo con la ley de Moisés, ella debe ser apedreada. ¿Qué dices tú acerca de esto?"

La mujer era conocida como adúltera entre todos los del pueblo. La mayor parte de sus acusadores la conocían muy bien; sin duda alguna, ellos mismos también habían cometido adulterio con ella. Hubiesen podido echarle mano en cualquier momento que quisiesen. Si estos hombres hubiesen querido castigarla, podrían haberla llevado a los sacerdotes, ya que ellos eran los únicos que tenían el poder para condenarla. Los sacerdotes todavía mantenían la libertad de vivir o practicar la Ley de Moisés, aun encontrándose bajo el dominio romano, pero si ellos no podían condenar a muerte, ¿Cómo podría entonces un galileo condenarla, que ni siquiera era visto como un judío digno? Si les hubiese recomendado que fuera condenada a muerte, habrían apedreado a la mujer y la responsabilidad hubiera recaído sobre él. Jesús entonces, habría tenido que responder ante las autoridades judías y romanas. Por otro lado, si hubiese dicho que el adulterio no era un delito, y que no podía ser castigado, entonces ellos lo hubiesen acusado de estar en simpatía con los pecadores.

Mientras que estos hombres murmuraban entre sí, acariciando sus barbas y, ocasionalmente, culpando a los rabinos por no hacer cumplir la Ley entre la gente común, Jesús simplemente se quedó tranquilamente mirando al suelo. Escuchó a los hombres que estaban sentados a su alrededor en círculo. A pesar de ser una circunstancia tan embarazosa, no parecían sentir vergüenza alguna. Estaban pretendiendo ser reformadores profesionales, tratando de hacer cumplir una Ley que ellos mismos nunca habían obedecido.

Jesús escuchó sus acusaciones. Sabía lo que tenía que decir antes de que hubiesen abierto la boca. Sabía realmente por qué habían venido. Sabía que algunos de ellos eran más culpables que la mujer que estaba en medio. Ellos no podían ver sus ojos, por lo que no fueron capaces de ver sus expresiones. De vez en cuando,sin embargo, élechaba un vistazo a los rostros hipócritas. Una vez más miró el suelo, mientras que con su dedo índice hacía líneas geométricas y las cruzaba en forma de un tablero de ajedrez en la tierra.

Jesús estaba considerando cuidadosamente el juicio que emitiría. La penalidad bajo la Ley mosáica era obligatoria; el castigo era la muerte. Pero en la mente de Jesús el adulterio era sólo uno un pecado más. La mujer había quebrado tan sólo uno de los Mandamientos sagrados, mientras que sus acusadores habían quebrado muchos más. Jesús no escribió en la tierra, ni tampoco la gente habría podido leerla escritura en la tierra si él hubiese escrito. Habitualmente, los orientales, cuando se confrontan con un grave problema, comienzan a garabatear en el suelo. Algunos de ellos utilizan un palo en vez del dedo. Lo hacen incluso si están sentados sobre una alfombra. En la mayoría de los lugares, sin embargo, donde las costumbres orientales no han cambiado, no hay alfombras. Las reuniones se llevan a cabo en el suelo del interior de la casa, o fuera, en las azoteas.

Después de la larga exposición y el argumento puesto a debate, todo el mundo se quedó en silencio. La falsa sinceridad de los acusadores de esta mujer, defendiendo la ley moral, era tan obvia que ya no tenían nada más que añadir. La entrevista había terminado. Jesús entonces levantó la mano del suelo y por un momento se quedó en silencio, escudriñando sus rostros. Y bajando otra vez sus ojos a tierra comenzó a hablar. Su respuesta fue breve: "El que de vosotros esté sin pecado, que tire la primera piedra".

Los acusadores de inmediato se dieron cuenta de que ellos mismos eran culpables, y de que si la mujer debía ser apedreada por su mala conducta por alguno de los hombres que fuesen inocentes y estaban ahí reunidos, entonces ellos mismos deberían ser apedreados también con ella. Además, se dieron cuenta de que Jesús sabía lo que secretamente estaban maquinando en sus corazones. Se llenaron de miedo; comenzaron a salir de la casa uno por uno. Y la mujer fue dejada sola.

Cuando Jesús vio que todos sus acusadores se habían marchado y que ninguno de ellos se había atrevido a lanzar una piedra a la mujer que habían tratado de condenar, volvió su rostro hacia ella y le dijo: "¿Dónde están los que te acusaban ¿Acaso ninguno te ha condenado? " Ella dijo: "Ninguno, Señor." Y Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y no peques más."

GEORGE M. LAMSA - MI VECINO JESÚS

QUE TENGAN UN HERMOSO Y GRAN DÍA, QUE DIOS LOS SUPER BENDIGA EN TODO Y NUNCA DEJEN DE H.E.L.

OTRA LECCION PARA LA VIDA DE ALIENTO Y LA VIDA ESPIRITUAL

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